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Mi impresión de Granada en 1000 palabras

Granada es una ciudad peculiar que supera expectativas. Llegando desde su aeropuerto una de las primeras cosas que llama la atención es la vegetación. Una ciudad sin vegetación es una ciudad muerta, y en este caso la cantidad es más que razonable. Las calles cuentan con árboles y jardines especialmente cuidados, y el municipio destaca sobre su entorno, con un verdor impensable en el resto de la provincia. La variedad de árboles evita la monotonía y aporta frescor a la experiencia urbana.

La limpieza acompaña esta buena impresión. No se trata solo de calles limpias, sino también de fachadas, plazas y mobiliario urbano. Cuenta con un servicio de fregado de las aceras que no se limita a recoger desperdicios, y las fachadas parecen cuidadas por norma general.

En cuanto a arquitectura, Granada ofrece mucha historia, mucha decoración y un buen aspecto general. Se percibe variedad y zonas peculiares, con un estilo que refleja más intención que pura utilidad. Todo esto se integra con una geografía que marca el carácter de la ciudad: el río Darro ofrece vistas agradables en varios puntos y resulta espectacular en el Albaicín. La Alhambra es el corazón de Granada y combina arquitectura y paisaje de una manera preciosa. Hay río y hay montaña, pero también zonas llanas en las que se puede andar sin agotamiento. Excelente equilibrio.

La iluminación urbana mantiene un buen balance entre la necesidad práctica «puedo volver borracho sin dificultad» y la posibilidad de ver las estrellas en un cielo despejado. Los monumentos están iluminados con gusto, y las farolas están reguladas de forma agradable y con cobertura superior, limitando la contaminación.

En lo referente al ruido, la estrechez de las aceras hace inevitable escuchar el tráfico en demasiados puntos. Al menos, este no es caótico y se limita a la molestia cotidiana de tener vehículos en movimiento. No se perciben cláxones de forma habitual. Además, existen puntos silenciosos y resulta fácil encontrarlos, aunque me temo que el bullicio humano debe ser excesivo en temporada alta.

Más allá del sonido, la identidad visual de la ciudad es clara y reconocible. Granada es fantástica para ganar en «Geoguessr»: abundan las decoraciones de mosaicos coloridos y la fruta granada está presente en todos los rincones públicos. Aceras, postes, farolas y otros elementos tienen grabado este símbolo por doquier. El calor anima además a fijarse en todas las fuentes, que aportan frescor y cuyo motivo acuático resulta siempre acogedor.

En términos de habitabilidad, el transporte público cumple su papel. El servicio de autobuses es funcional y existe tarjeta de transporte. La periferia dispone de un tranvía, aunque desconozco su extensión. La ciudad da un servicio adecuado dado el restringido espacio. Eso sí, las paradas son mejorables, pues parecen carecer de tejavana y asientos, además de señalética digital.

Usar el coche en Granada parece impráctico en la mayoría de zonas, pero esto no se traduce en una buena ciclabilidad. Por su geografía y bullicio, pedalear es totalmente impráctico en varias zonas, y en aquellas en las que es viable se comparte el espacio con el tráfico motorizado. Hay una buena cobertura peatonal, aunque la cercanía del tráfico es muy incómoda en más de un punto. Las zonas que sí son peatonales resultan totalmente encantadoras y moverse a pie es cómodo.

Personalmente, la vivienda es un aspecto positivo. La oferta de compra es viable para mí, con pisos en buenas zonas a precios asumibles y en condiciones correctas. En cuanto a servicios y establecimientos, la zona central se siente rebosante de comercios. Apenas se perciben carteles de «SE ALQUILA» decrépitos ni calles abandonadas. Desconozco la oferta de centros cívicos o similares, pero el nivel comercial parece vivo.

La accesibilidad depende totalmente de la zona. Existen barrios totalmente inaccesibles, pero el centro resulta adecuado para desplazarse en silla de ruedas. En el caso de personas con problemas visuales, temo que los semáforos y aceras puedan presentar dificultades, pues no siempre hay soportes táctiles o sonoros. Al menos existe cartelería en braille.

Un punto positivo para cualquiera es que las zonas de descanso están bien repartidas. Hay bancos y rincones en casi todos los sitios, además de las plazas principales, lo que facilita parar y disfrutar del entorno. Abundan los sitios en los que descansar y huir del calor.

Saber que llega a nevar (cuaje o no) me tienta a pensar que me adaptaría bien a vivir un año completo allí. El aire acondicionado es obligatorio para poder conciliar el sueño durante el verano. Personalmente, 15ºC a 20ºC son mi temperatura ideal y prefiero 5ºC antes que 35ºC. Aun así, la baja humedad hace soportable la alta temperatura.

En lo gastronómico, la ciudad cumple con nota. La variedad es suficiente, los precios asequibles y el «tapeo» ha resultado muy acertado en la ciudad que exige hidratación. Las calles son vivas, con un buen nivel de actividad, incluso en agosto.

A pesar de la buena impresión, no puedo juzgar el ambiente de forma adecuada. En agosto parece latente, y no se percibe lo suficiente la composición demográfica de la ciudad. Debe ser muy viva en época de estudios, pero queda como algo por descubrir. Del mismo modo, es previsible que la oferta cultural se haga mucho más visible y diversa en época universitaria.

Por último, la seguridad. La zona central se siente tranquila, sin tensión ni sensación de peligro. El resto queda como incógnita, aunque la percepción general es de tranquilidad y buen ambiente.

Give up and visit Granada.